Arturito y las hormigas


Había una vez un niño pequeño moreno de 4 años, delgadito y cabezón que se llamaba Arturito e iba paseando con sus papás por las calles de Lebu, una ciudad pequeña y tranquila.
Cuando se acercaban a la plaza de armas, Arturito vio un par de cañones que estaban ahí y captaron poderosamente su atención. Corrió como un rayo a verlos desde cerca, tanto así, que sus padres no lo vieron alejarse y curiosamente asomarse frente al misterioso agujero del frente de uno de ellos, cayendo de cabeza al interior del Rayo.
Al parecer, Arturito se había puesto muy chiquitito, pero no lo suficiente para no quedar atascado sin siquiera poder moverse, lo cual lo desesperó al comienzo, pero cuando llegó la resignación, vio que al fondo del cañón habían unas hormiguitas alimentándose de residuos en envoltorios de galletas y caramelos, de los que había bastantes también.

Amistad

Estoy de vuelta junto a los demás
Mismos concejos, mismo profesor
Mismo cielo azul
Pero no estás tú.

Yo ya sabía que no volverás
Pensar en eso me entristece más
Pero no hay llanto
No te extraño tanto.

Estás en mi cabeza
Y para siempre lo estarás
Porque ni la distancia
Pudo romper nuestra amistad.

Te quiero mucho y sabes
Que aunque estés lejos no te olvidaré
Porque con tu recuerdo
Mi mente muda, lo deja de ser.

Yo te amo más

Porque te amo más
De lo que tu me amas a mí
Una vez dices te amo
Y yo ya lo repetí.

Porque te amo más
De lo que tu me amas a mí
Y no me importa si yo no te importo
Porque te amo más que tú.

Si me das la luna
Yo a tí te regalo el sol
Si me amas mucho
Yo te amo con todo el corazón.

Si quieres estar conmigo
Para toda la vida
Yo quiero estar contigo
Para la eternidad.